Botella al mar, prisionero de este golpeado esquife, danzando, me abrazaba constantemente las terribles ganas de correr a sus brazos, siempre deseas aquello que no posees, y en ese momento no podía correr lejos de ahí, por eso, para ocupar mi tiempo, mi disposición más saludable fue la de escribir una carta, debía drenar la desesperación en algo, y por lo visto una carta y una botella al mar era lo correcto. Así que sentado yo en el asiento de remos de esta prisión de madera, flotando libre en el océano, me entregué a la faena de entreverar palabras que tradujeran mi incontrolable necesidad de ti, no siendo yo un ferviente admirador de la poesía, me atreví a serlo de alguna manera, porque quizá en medio de esa inmensa soledad, sentía yo que todo aquello era un inmenso patíbulo para mí, y que el mar me observaba fríamente esperando para engullir mi humanidad, por eso, esa última carta que escribiría con el alma sería a ti, serías tú.
Es así como al terminar, enrollar el arrugado y sucio papel y meterlo en la botella, te vi, te vi dentro, en ese papel, pero ya no era blanco, eras tú, y eras hermosamente azul, hermosamente alada, ¿Cómo podía ser esto? La sed me hacía alucinar, ¿Por qué ahora? las lágrimas me asaltaron, corrían desatadas por mis mejillas, hacían mi vista borrosa, la botella temblaba, ¿o era yo quien temblaba? Ahora que me disponía a lanzar la botella con todas mis fuerzas, calculando las corrientes marinas, para lanzarla en la dirección correcta, pero no podía, ella estaba dentro de la botella, no podía cometer semejante locura. Fue así como divagué interminables horas, decidiendo si tiraba al mar, algo que te contenía y que al mismo tiempo era para ti en el futuro, luego hice de noctámbulo, instigado por mis crápulas acciones pasadas, arrepentido de no haber sido alguien mejor para ella, en medio de una espesa oscuridad, en el contenido de aquella botella, fulgurabas como un hada de cuentos que yo no terminaba por creerme.
Sabía que la mañana llegaría pronto, y sería el momento del adiós, en la madrugada lo había decidido, no era real, aquello que tú eras, encerrada de azul dentro de esa botella, debía ir al mar, mi lógica escueta se reivindicaría llevando a cabo, aquello para lo que la había preparado. No les extrañe que en medio de todo aquello, haya meditado yo tantas locuras, aislado de cualquier vago razonamiento la mente busca en que ocuparse, por triste que sea es la forma de huir de la locura. Ya llegada el alba, me puse de pie como pude, y contemplé aquel maravilloso espectáculo, Dios me había regalado un mar calmo y una explosión de nubes salpicadas de amarillos, grises, naranjas y azules, me pregunté en ese momento como harían las nubes para rociar el mar de sus tonos amarillos, grises y naranjas, mientras me llenaba de valor, tenía a mi amor en la mano, dentro de aquella sentenciosa botella y no paraba de respirar hondo para llenarme de valor.
Así que súbito y sin pensar, lancé la botella lo más fuerte que me permitió mi débil humanidad, mientras sentía como crecía un nudo en mi garganta, para luego caer estrepitosamente sentado llorando inconsolable, sin saber a ciencia cierta, si era por la botella que te contenía hermosa en mis palabras escritas, o si era por mi maldecida suerte, grité, tan fuerte que mi garganta me dolió, luego recé, deseando que no te hundieras, deseando que siguieras flotando en el océano, con curso incierto, que esa botella te encontrara, no sé si el deseo intenso sea lo mismo que la fe, pero en ese momento supuse que eran lo mismo, y volví a imaginarte, dentro de esa botella, azul, alada, entre estrellas marinas danzando encerrada, destinada a vencer tormentas y olas gigantescas. Luego de esto no crean que mi final fue triste como mi travesía, fui dichosamente encontrado y de tenerla en esa botella, pasé a tenerla en mis brazos llorando de alegría conmigo, casual o causal, la aventura sigue en tierra, y a veces, en las noches heladas, pienso en esa botella, allá afuera, aún flotando, conteniéndola etérea dentro de sí, hermosa, azul, alada, fulgurando en la oscuridad, eso que era papel en mi mano y que ahora es una botella al mar.
Miguel Ángel Carrera Farías. Venezuela.
Esta fue mi colaboración con https://tecuentodeviajes.wordpress.com/ muy agradecido con esta gran amiga por haber compartido mi escrito. Si quieres saber más o participar en este Reto garabato literario y proyecto cyber viajero y creativo visita El viaje de la Blog-T-ella y Te cuento su ruta